En Mesopotamia hubo ciudades importantes, pero sin duda la
más conocida es Babilonia, una de las ciudades míticas de la antigüedad. En la
época de mayor esplendor la ciudad estaba rodeada por murallas en la que se
abrían numerosas puertas, entre las que destacaban las puertas dedicadas a la
diosa Isthar. Había casas pequeñas y grandes templos, entre ellos un zigurat
que recibió el nombre de torre de Babel.
Lo que más le llamó la atención a los pueblos que la
visitaban eran los jardines colgantes, considerados una de las siete maravillas
del mundo antiguo.
En el momento de su máximo esplendor, Babilonia era la
ciudad más grande y poderosa del mundo. Sin embargo, fue considerada por sus
pueblos vecinos como un lugar maligno, alejado de lo que ellos consideraban el
bien y de los verdaderos dioses. Esta imagen ha llegado hasta nuestros días
gracias a los escritos bíblicos. En ellos se presenta a Babilonia como un lugar
terrible y a sus habitantes como locos que no conocen los límites de lo que
pueden llegar a construir.
En la Biblia se cuenta que en Babel (Babilonia) sus
pobladores quisieron construir una torre que llegase al cielo, hasta la morada
de los dioses. Para que no lo consiguieran, Dios les hizo hablar en lenguas
diferentes, y al no comprenderse se separaron y dejaron sin terminar la torre
que quedó como un ejemplo del orgullo humano.
El relato mítico de la Biblia les servía a los judíos para
explicar la razón de que hubiera tantos idiomas diferentes en el mundo, ya que
les parecía que tanta confusión debía de ser un castigo divino. Babilonia, que
atraía a gentes de muchos lugares, era en aquel tiempo un lugar de mestizaje,
como lo son las grandes ciudades actuales. Además, en Mesopotamia se construían
templos en enormes edificios con forma de torre, llamados zigurats.
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